LA GASTRONOMIA MEDITERRANEA
Cocina mediterránea, mas que una historia, una forma de entender la
vida
Me gustaría empezar este artículo con una frase del ya
fallecido Néstor Luján, maestro de la cultura gastronómica, en la que dice 'la
cocina está vinculada a nuestra manera de ser, a la cultura y a la historia'.
Nada mejor para definir la cocina mediterránea donde se unen casi todas las
culturas, religiones y políticas que conforman lo que es hoy el mundo donde
vivimos.
¿En que se basa esta
cultura gastronómica?, podríamos decir que se sustenta en tres pilares
fundamentales, el aceite de oliva, el pan y el vino, sobre la que
giran el resto de los pueblos mediterráneos desde hace más de cinco mil
años.
Los países ribereños del Mediterráneo disfrutan de un
macroclima que lo hacen distinto al resto del mundo, la humedad que da 'el gran
lago', las muchas horas de sol, su clima benigno y la fertilidad de sus tierras
dan una gran variedad en los frutos que se recogen, lo cual da a los habitantes del lugar
el privilegio de una economía de no
subsistencia y en consecuencia un refinamiento en el aspecto culinario.
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Podemos encontrar tres fases históricas que conforman la
historia de la cocina mediterránea, la época antigua hasta la caída de
Imperio Romano, la edad media y la época moderna.
Antes de contar la historia quisiéramos explicar la razón
de esta fama merecida que no es otra que la baja incidencia de enfermedades
coronarias que se producen en los países ribereños y que por primera vez es
reconocido en la Declaración de Barcelona sobre la dieta mediterránea, firmada
en 1.996.
Podemos considerar como cocina mediterránea la que se
elabora en los países: España, Francia, Grecia, Italia, antigua Yugoslavia,
Turquía, Siria, Egipto, Israel, Argelia, Túnez y Marruecos.
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Los primeros estudios sobre la bondad de esta dieta datan
de 1.948 sobre la población de la isla de Creta, estudios que se amplían entre
1.951 y 52 por Ancel Keis que hizo un estudio comparativo entre la población de
Estados Unidos, Japón, Holanda, Finlandia, Grecia, Italia y la antigua
Yugoslavia, y donde se pone de manifiesto la relación que tenía la cantidad de
colesterol en la sangre, la mortandad por problemas cardiacos y la dieta.
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La principal diferencia que se observó en estos estudios
fue que los países mediterráneos consumen como grasa principal el aceite de
oliva, el cual con sus grasas monoinsaturadas favorecen la disminución del
colesterol, en segundo lugar el consumo alto también de grasas de pescados
azules, de legumbres y frutas en detrimento de la carne. Esto hizo que las
investigaciones iniciales se centraran en Grecia y España donde se estudiaron
las características de sus cocinas, sus ingrediente, las técnicas de cocción,
etc. y se llegó a la conclusión de que la dieta de estos países era la ideal
en el aspecto nutricional.
El uso y elaboración de los cereales es otro de los
elementos básicos, las pasta en Italia y el couscous en los países del norte
de África, sin olvidar los productos de huerta como el tomate, lechugas, etc. o
los frutos secos tan benefactores en ácido oleico. Pero lo principal y base
alimenticia, el pan, que fue síntoma de civilización en la antigüedad.
El otro elemento es el vino que, en cantidades moderadas,
con sus antioxidantes naturales, su aportación de etanol, taninos, polifenoles
y alcohol lo hacen un tónico cardiaca único.
Partiendo de aquí nos adentramos en la historia.
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El
primero de los estados por los que se llegó a la cocina mediterránea nos
sitúa hace cinco mil años hacia atrás, en Mesopotámia, Asia Menor y sobre
todo en Egipto, lugares donde se empezó a cocer o conocer, esta rica cocina,
sobre todo en éste último, al que debemos el conocimiento de la cerveza, el
cultivo del trigo y en consecuencia la elaboración del pan, el cultivo de la
vid, la apicultura, el cultivo de las legumbres y hortalizas y por último la
pesca.
No
olvidemos que Egipto fue la primera gran potencia en producción agrícola, el
delta del Nilo es tan rico en limos que se obtenían varias cosechas al año,
algo parecido ocurría en España, aunque a menor escala, en la desembocadura
del Guadalquivir.
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Las lentejas egipcias fueron famosas en la antigüedad y
sabemos que se exportaban tanto a Grecia como a Roma.
Como en toda la cuenca mediterránea la carne es escasa,
por lo que no es plato de diario, no así el pescado que en las riveras y zonas
costeras era alimento cotidiano, ya sea fresco o en salazón o desecado, fueron
famosas las fábricas de salazones del sur de España, tales como Zahara de los
Atunes, Coto de Doñana, Cádiz, etc.
Egipto era como una gran despensa del Mediterráneo, allí
se producían excedentes de higos, dátiles, uvas, granadas, almendras.
Hortalizas como el puerro, ajos, pepinos, melones, sandías cebollas, etc.
Animales domesticados para el consumo como bueyes, perdices, codornices, etc.
En toda la zona norte del mediterráneo abundaba la caza
menor del conejo y la libre, he llegado a conocer los campos al atardecer lleno
de conejos antes de la entrada de la enfermedad fabricada por el hombre llamada
mixomatósis.
La cerveza es uno de los grandes inventos egipcios, era la
bebida nacional por excelencia, la cual se mezclaba con dátiles, se perfumaba
con canela o se endulzaba con miel.
Del pan ya hemos hecho un estudio en Historia
del pan e Historia del pan II y nos saltamos
este epígrafe, no sin antes prestar atención a las recolecciones de cebada,
avena, centeno y mijo y también hacer mención a esta frase de Herodoto hecha
en el 450 a.C.: Todo el mundo teme que los alimentos fermenten, pero los
egipcios fabrican una masa de pan fermentado.
Así como en Egipto se encuentran los principios de
los alimentos base, es en Grecia donde se desarrolla la cocina mediterránea, a
ellos les debemos los primeros recetarios y a ellos les debemos igualmente el
invento del aceite, el cual tenía tres usos, como grasa para cocinar, aceite
para el cuerpo y para las lámparas como combustible.
Los vinos griegos fueron famosos en todo el Mediterráneo;
las costas españolas, bajo sus aguas, está llenas de pecios con ánforas, los
cuales se elaboraban con tomillo, mirra e incluso con agua de mar como elemento
saborizante.
Por último Roma dio carácter a la cocina mediterránea,
aumentó la calidad de los aceites, de las aceituna y los viñedos que desde
entonces son famosos, introdujo el limonero, traído desde las islas Espérides,
posiblemente Canarias, el melocotón y el albaricoque. |
El segundo acto de esta historia comienza con la caída del
Imperio Romano donde se empobreció hasta llegar a sus límites más bajos,
circunscribiéndose a alimentos básicos como el arroz y la pasta para el pueblo
y la carne, símbolo de poder entre los germanos, como el cerdo y el jabalí,
para las clases dirigentes en Europa. No todo iba a ser negativo en esta época
ya que también asimilaron parte de la cocina autóctona pero en rasgos
generales se empobreció hasta la llegada de las invasiones árabes desde el
norte de África, por otra parte se conservó la cocina bizantina y la persa con
todos sus refinamientos.
La cocina árabe aporta nuevos cimientos en la Europa ribereña donde se
da mucha importancia a las especias y los aromas y también el orden en
la ingesta de los alimentos. Aunque los árabes tienen prohibido comer
cerdo y tomar alcohol en España jamás se llevó a efecto tal
costumbre, el vino era considerado como un filtro de amor y el cerdo era
muy apreciado. Los sistemas de irrigación que trajeron hicieron
vergeles donde las huertas salpicaban todo el paisaje y trajeron nuevos
componentes como la naranjo, las berenjenas, la alcachofas, toda una
explosión de nuevos sabores llenó el Mediterráneo.
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El tercer y último acto nos llega con un esplendor
inusitado, la conquista de América que introduce por medio de España el
tomate, la judía, la patata, el maíz, el pimiento, el chocolate..., todo un
nuevo mundo de sabores y que se suman a la lista de componentes que son una
dieta famosa universalmente. De oriente nos llega la naranja, el círculo estaba
cerrado.
La cocina mediterránea eclipsa a casi todas las cocinas
mundiales, las bases modernas las impone Francia en el siglo XVIII sin eclipsar
a la cocina española, italiana, griega o árabe, todas de origen común y
adaptadas al terreno y producción propia.
Nos despedimos de éste artículo con este comentario de De
Garine: Se propone una alimentación menos abundante desde el punto de vista
calórico, menos grasa, y menos rica en proteínas animales que el estilo
alimentario general de las sociedades urbanas industrializadas. Concede un lugar
de privilegio a las legumbres, muy positivo por lo que respecta a las
aportaciones vitamínicas y minerales. Coloca en un lugar importante los
productos lácteos, que tienen un contenido en lípidos más fácilmente
controlables que el de las carnes.
El tener en la mesa y paladear unos vinos cultivados y criados en el
mediterráneo es fundamental para apreciar el encanto de una buena
comida, una infinidad vinos blancos, tintos, rosados y unos cavas donde
empiezan a conocerse internacionalmente y sin olvidarnos de los vinos de
Andalucía con sus Finos, manzanilla, moriles.
Vinos en las zonas de Andalucía: Rivera del Andarax, Tierra de los Palacios, Bailén, Cádiz, Jerez, La Alpujarra y Córdoba.
Vinos en las zonas de Valencia: Valencia Alto de Turia, Valentino, Clariano, Moscatel de Valencia.
Vinos en las zonas Catalanas: Priorato, Penedes, Mont Sant, Costers del Segre, Conca de Barbera.
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